Dios antes que el Hombre
/0 Comments/in Devocional Semanal, Uncategorized/by David GuzikMas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído (Hechos 4:19-20)
Un consejo de hombres importantes y poderosos se sentaron para juzgar a Pedro y a Juan. Los hombres importantes parecían tener todo el control de la situación, pero eso no molestó a Pedro y Juan. Osados en Jesucristo, se negaron a ceder ante las amenazas del concilio.
A través del poder del Espíritu Santo, Dios les dio a Pedro y a Juan las palabras exactas para el momento. Jesús lo había prometido en Lucas 12: 11-12: Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir. Estas palabras de Pedro y Juan fueron un hermoso cumplimiento de esa promesa.
Ellos dijeron, juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios. Era evidente que debían escuchar a Dios en lugar de al hombre. Pedro hizo una apelación eficaz a esta verdad. Este es un principio importante. Dios ha establecido una autoridad legítima en la humanidad. Vemos esta autoridad en el hogar, en la iglesia y en la comunidad. Dios quiere que respetemos y obedezcamos a estas autoridades, pero nunca en un sentido absoluto. Si hacer lo que la gente nos dice que hagamos nos hace desobedecer a Dios, debemos obedecer a Dios. Debemos escuchar a Dios incluso antes que a la autoridad humana legítima.
Con esta osadía, Pedro y Juan proclamaron, no podemos dejar de decir. Pedro y Juan tenían que hablar de lo que habían visto y oído. Tenían que hacerlo, no solo por la compulsión interna del Espíritu Santo, sino también por el mandato de Jesús. En Hechos 1: 8 Jesús dio la orden a todos sus discípulos: Me seréis testigos en Jerusalén.
¿Qué se suponía que debían decir? Debían decir lo que hemos visto y oído. Este no era un mensaje que ellos crearon. Este era el mensaje de quién es Jesús y de lo que Él hizo para rescatar a la humanidad perdida. Este no era un mensaje inventado; ellos simplemente lo transmitían como testigos oculares confiables.
Hay algunas cosas que son tan buenas que nunca deberíamos dejar de hablar de ellas. La grandeza de quién es Jesús nuestro Mesías, y de lo que ha hecho para salvarnos, es sin duda la más grande de todas esas cosas buenas. No solo debemos negarnos a dejar de hablar de eso, sino que, con la ayuda de Dios, también nos determinaremos a obedecer a Dios antes que al hombre. Vivir en el temor del hombre está por debajo de la dignidad de los hijos de Dios y en realidad es el pecado de la idolatría. Respetamos lo que es debido, pero escuchamos a Dios antes que a cualquier autoridad humana.
Andando, saltando y alabando
/0 Comments/in Uncategorized/by David GuzikEntonces lo tomó por la mano derecha y lo levantó. Al instante se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el Templo, andando, saltando y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andar y alabar a Dios. Y lo reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del Templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido. (Hechos 3:7-10)
Pedro acababa de decirle palabras audaces al hombre cojo, le dijo “levántate y anda” (Hechos 3:6). ¡Pero una cosa es decir esas palabras y otra cosa es tomar con valentía la mano del hombre y levantarlo! Eso es exactamente lo que hizo Pedro: lo tomó por la mano derecha y lo levantó.
Esto no fue algo que Pedro hizo por capricho o como un evento promocional; lo hizo bajo el impulso específico del Espíritu Santo. No tenemos razón para creer que Pedro adquirió el hábito de tomar a todos los cojos que veía y levantarlos de la mano.
Más bien, aquí Dios le dio a Pedro la habilidad sobrenatural de confiar en Él para algo completamente fuera de lo común. Creo que en el momento necesario, Pedro recibió el don de la fe descrito en 1 Corintios 12:9: una habilidad sobrenatural para confiar en Dios en una situación particular.
La bendición de Dios estaba presente, porque al instante se le afirmaron los pies y tobillos. La fuerza no vino al hombre cojo hasta que Pedro dijo “levántate y anda”, y no hasta que Pedro lo tomó por la mano derecha y lo levantó.
Una vez de pie, el hombre que antes había estado cojo actuó como si ¡nunca se volvería a sentar! Saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el Templo, andando, saltando y alabando a Dios. Tan pronto como fue sanado, el hombre que había estado cojo hizo tres cosas buenas. Primero, se asoció con los apóstoles (entró con ellos en el Templo). Segundo, inmediatamente comenzó a usar lo que Dios le había restaurado (andando, saltando). Finalmente, empezó a adorar y alabar a Dios (alabando a Dios).
La gente que venía a adorar a Dios en el templo estaba asombrada, porque reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna. Este hombre tenía más de 40 años (Hechos 4:22) y había estado cojo desde que nació. La gente lo reconocía porque siempre estaba sentado a la puerta del Templo (Hechos 3:10).
Piénsalo: Jesús debe haber pasado a este hombre cojo muchas veces sin sanarlo. Podemos decir que Jesús, porque sabía todas las cosas, sabía que este hombre sería sanado más tarde por la valentía de Pedro, pero Jesús dejó que el hombre esperara hasta que Pedro estuviera listo.
No siempre sabemos las razones del tiempo de Dios, pero siempre podemos tener paz de que cuando Dios hace algo, a menudo es tan importante como lo que hace.
Si estas esperando que Dios haga algo, no te desesperes, confía en Dios y en Su tiempo.
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