Una iglesia sana
Todos se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles, de compartir lo que tenían, de partir el pan y de participar en la oración. (Hechos 2:42)
Fue uno de los días más maravillosos de la historia de la iglesia, o de toda la historia: el día de Pentecostés, el día del nacimiento de la iglesia. En ese día se agregaron 3,000 almas a los 120 creyentes originales que existían después de que Jesús ascendió al cielo.
En Pentecostés, el viento recio, las lenguas de fuego, la predicación de Pedro y la conversión de 3,000 almas fueron todos eventos notables. Pero las cosas descritas en Hechos 2:42 fueron el legado permanente de la obra de Dios. Leemos que se mantenían constantes en las cosas que son fundamentales en toda iglesia sana.
Primero, se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles. Esto significa que confiaron en los apóstoles para que les enseñaran quién era Jesús y qué había hecho. Acababan de confiar en Jesús; ahora querían saber más y por lo tanto se mantenían constantes en la verdad. No se despegarían de la enseñanza de los apóstoles, porque era la verdad de Dios.
Que bendición que Dios nos deja conocer la enseñanza de los apóstoles hoy, por medio del nuevo testamento. Cada maestro/a de la Biblia debe esforzarse en ser poco original en el sentido de que no tenemos nuestra propia doctrina, sino la doctrina de los apóstoles.
Luego, se mantuvieron constantes en compartir lo que tenían. La palabra griega koinonia (traducida aquí como compartir) lleva la idea de asociación, comunión, compañerismo y participación; significa compartir en algo.
La vida cristiana debe estar llena de compañerismo, de compartir unos con otros.
– Compartimos el mismo Señor Jesús.
– Compartimos la misma verdad que guía nuestra vida.
– Compartimos el mismo amor por Dios.
– Compartimos el mismo deseo de alabar a Jesús.
– Compartimos las mismas luchas.
– Compartimos las mismas victorias.
– Compartimos el mismo deber de vivir para Jesús.
– Compartimos el mismo gozo de compartir el evangelio.
También se mantuvieron constantes en partir el pan. A pesar de que vivieron tan cerca del tiempo en que Jesús fue crucificado, no querían olvidar lo que Él había hecho el la cruz. ¿Cuánto más importante es para nosotros no olvidar?
Finalmente, se mantuvieron constantes en la oración. Siempre que se realiza la obra de Dios, el pueblo de Dios se reúne para orar y adorar. El texto original aquí tiene el sentido de “las oraciones”, hablando de servicios organizados para que el pueblo de Dios adore, ore y escuche la palabra de Dios.
Estas cuatro cosas: la enseñanza de los apóstoles, compartir, partir el pan y la oración fueron una base para la salud de la iglesia primitiva. Todo lo que leemos sobre el poder y la gloria de esos primeros cristianos fluye de esta base sólida.
Que seas lo suficientemente bendecido para pertenecer a una congregación con este fundamento, y que hagas lo que puedas para fortalecer ese fundamento, edificando solo sobre él. Hoy, de cualquier manera que Dios te de la oportunidad, encuentra la manera de buscar de estas cosas.
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