Un viento recio que soplaba
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo. (Hechos 2:2-4a)
Después de que Jesús ascendió al cielo, los discípulos se juntaron para orar y buscar a Dios, esperando al Espíritu Santo que se les había prometido. Dios cumplió Su promesa, y estas palabras de Hechos 2 nos cuentan cómo descendió el Espíritu Santo sobre los discípulos en el día de Pentecostés. Este derramamiento del Espíritu Santo llegó con un sonido extraño y con una vista extraña.
Nota el sonido extraño: y de repente vino del cielo un estruendo. La asociación del sonido de un viento recio… cual llenó toda la casa con el derramamiento del Espíritu Santo probablemente tenga conexión con el hecho de que tanto en el idioma griego como en el hebreo, la palabra espíritu es la misma palabra que significa aliento o viento. El estruendo que vino del cielo aquí fue el sonido del derramamiento del Espíritu Santo sobre los discípulos.
El sonido de este viento recio haría pensar en la presencia del Espíritu Santo a cualquiera de estos discípulos que conocían las Escrituras hebreas.
– En Génesis 1:1-2, es el Espíritu de Dios como el aliento/viento de Dios que se movía sobre la faz de las aguas.
– En Génesis 2:7, es el Espíritu de Dios como el aliento/viento de Dios que sopló aliento de vida en el hombre recién creado.
– En Ezequiel 37:9-10, es el Espíritu de Dios como el aliento/viento de Dios moviéndose sobre los huesos secos de Israel dándoles vida y fuerza.
Esta sola frase nos dice mucho sobre cómo se mueve el Espíritu Santo:
– De repente: A veces Dios se mueve de repente.
– Estruendo: Era real, aunque no se podía tocar; era algo real que les llegó a los oídos.
– Del cielo: No fue de la tierra; no fue creado, manipulado, o modelado aquí.
– Recio: Vino lleno de fuerza, llegando con gran poder.
Note que esto no sucedió en ningún otro lugar en el libro de los Hechos cuando el Espíritu fue derramado. Varias otras veces el Espíritu Santo llenó poderosamente al pueblo de Dios (Hechos 4:8, 4:31, 13:9, 13:52, 19:6). Esas fueron obras maravillosas y válidas del Espíritu, pero en ninguna de esas otras ocasiones escucharon un estruendo del cielo como de un viento recio que soplaba. El sonido extraño era para ese día en particular, pero no de importancia duradera.
A veces, Dios realiza cosas que solo pasan una vez, algo especial para una sola ocasión. ¿Puedes imaginarte si, en otra ocasión posterior, los discípulos dijeron: “Hoy no fuimos realmente llenos del Espíritu porque no escuchamos ese sonido del cielo”? O, si dijeron: “La próxima vez, debemos escuchar el mismo sonido, ¡y escucharlo aún más fuerte!”
Ese modo de pensar es una trampa. Dale a Dios el mérito de saber cuándo es necesaria una experiencia especial y cuándo no la es.
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