Saber a quién le oramos
Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay (Hechos 4:23-24).
Dios obró algo poderoso en y a través de Pedro y Juan. Estuvieron ante un consejo de hombres importantes que les exigieron que dejaran de proclamar a Jesús. Pedro y Juan se negaron y el consejo no pudo detener a hombres tan decididos. Lo único que pudieron hacer fue amenazar a Pedro y Juan y liberarlos.
Cuando Pedro y Juan se reunieron con los otros discípulos, les contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Tenían buenas noticias que informar. Podemos imaginarlos diciendo: “¡Pudimos hablarles de Jesús! ¡Se dieron cuenta de que éramos como Jesús! ¡Nos dijeron que no le habláramos a otros acerca de Jesús!”.
En respuesta a este emocionante informe, la comunidad cristiana primitiva – los suyos, tuvieron una reunión de oración. Observe que los eventos importantes los llevaban a la oración. ¡Debería ser lo mismo con nosotros!
Vemos varias cosas importantes sobre esta reunión de oración de la iglesia primitiva.
Primero, alzaron unánimes la voz. Esto significa que oraron vocalmente. Ciertamente es posible orar en silencio en nuestras mentes, pero enfocamos nuestros pensamientos de manera más efectiva cuando oramos en voz alta.
La palabra “voz” está en singular. Esto significa que no oraron todos individualmente, hablando al mismo tiempo. En esta reunión de oración, una persona oró, y todos estuvieron de acuerdo con ella, de modo que realmente estuvieron orando como una sola voz.
A continuación, oraron unánimes. Esto significa que oraron en unidad. No había conflicto ni contienda entre ellos. No hubo un grupo que dijera: “Deberíamos orar por esto” y otro que dijera, “Deberíamos orar por aquello”. Tuvieron la misma mente cuando oraron.
Finalmente, se dirigieron a Dios así: Soberano Señor, tú eres el Dios. Comenzaron recordándose a sí mismos a quién le oraban. Oraron al Señor de toda la creación, al Dios de todo poder.
Esta palabra Señor en Hechos 4:24 no es la palabra más común para “Señor” que se usa en el Nuevo Testamento; es la palabra griega “despotēs”. Obtenemos la palabra en español “déspota” de esta antigua palabra griega. Despotēs, era una palabra que se usaba para un dueño de esclavos o un gobernante que tiene un poder que no puede ser cuestionado. Oraron con poder y confianza porque sabían que Dios tenía el control.
Cuando oramos, a menudo olvidamos a quién oramos; o peor aún, oramos a un Dios imaginario de nuestras propias ideas. Los discípulos tenían poder en la oración porque sabían a quién oraban.
Ore hoy – pero asegúrese de orar al Dios que realmente existe, el Dios poderoso que se nos revela en la biblia. No ore al Dios de su imaginación.
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